Los talleres de PIÑATAS se fueron desarrollando orgánicamente en otro momento crucial de mi vida, el nacimiento de mi hija, Normita y la convivencia con mi sobrino ambos suizo-mexicanos creciendo en Suiza y unas hermosas niñas a quienes les estaba dando clases de español. Compartir con Normita, Patricio y mis estudiantes nuestra cultura y lengua, se convirtió en mi misión.
Recuerdo perfectamente que en una de mis actividades de clase tanto mi hija, mi sobrino como mis estudiantes quedaron cautivados al crear y romper una PIÑATA.
El ver que había una conexión natural entre estos niños y las piñatas que amo, que se reafirmó mi convicción de que las piñatas pueden ser uno de los medios ideales para compartir y difundir nuestra lengua y tradiciones.
Los talleres de PIÑATAS son espacios mágicos porque naturalmente atrapan la atención de niños y adultos. Una fuerza creadora logra el entrelazamiento de los participantes.